Ejercicio 

Transcripción de video (audio como texto)

El ejercicio se ha utilizado con fines terapéuticos desde que las civilizaciones dejan constancia de sus actividades,  y en la medicina occidental se ha relacionado con el tratamiento, la rehabilitación y la recuperación.  El ejercicio terapéutico puede proporcionar beneficios para la salud general y, a menudo, se considera que tiene pocas desventajas o riesgos. Las investigaciones han demostrado que el ejercicio mejora tanto la salud como el funcionamiento de cara a muchas enfermedades diferentes.  Sin embargo, muchas personas también viven con ciertas afecciones de salud en las que el ejercicio prescrito de manera inapropiada empeora los síntomas y la salud. Entonces, ¿a quién podríamos marginar o perjudicar cuando afirmamos que el ejercicio es medicina para todos? 

En primer lugar, debemos entender el ejercicio y cómo se define a diferencia de  la actividad física. Estos dos términos a menudo se confunden entre sí y, a veces, se usan indistintamente.

La actividad física es cualquier movimiento corporal producido por los músculos que resulta en el uso de energía y, en la vida diaria, puede incluir actividades laborales, deportivas o domésticas. 

El ejercicio se define como una actividad planificada, estructurada, repetitiva y con propósito, centrado en mejorar o mantener la condición física. Puede ser aeróbico, de resistencia o para condiciones específicas. El ejercicio terapéutico incluye la terapia de ejercicio graduado, que es un método que los médicos o el personal sanitario pueden recetar y que se basa en aumentos progresivos fijos en la actividad física o el ejercicio. 

Ahora que entendemos estos términos, ¿qué sabemos ya sobre el COVID Persistente y el ejercicio en 2024? 

A menudo, las discusiones sobre el COVID Persistente y el ejercicio llevan a debates, con fuertes opiniones en todos los sentidos. Algunas personas pueden simplemente suponer que el ejercicio funciona para todos. Sin embargo, algunas personas con COVID Persistente tienen síntomas que empeoran durante días, semanas o más después de hacer ejercicio, mientras que otras mejoran. Hay personas que dieron la voz de alarma sobre la terapia de ejercicio graduado y el daño que causó a las personas con EM/SFC y quieren evitar que vuelvan a ocurrir los mismos errores. 

Lo que sí sabemos es que la investigación nos muestra que las personas con COVID Persistente experimentan cambios fisiológicos en el cuerpo, incluyendo deficiencias en la forma en que los músculos obtienen y usan el oxígeno, los cambios en la forma en que el corazón, los pulmones, los músculos y el sistema nervioso responden al ejercicio, el daño en los revestimientos de los vasos sanguíneos, la incapacidad de las mitocondrias (o las centrales eléctricas de las células) para funcionar correctamente, así como  también puede darse la presencia viral continua. Además, muchas personas con COVID Persistente experimentan empeoramientos de los síntomas después del esfuerzo. Estos problemas afectan a la forma en que funcionan los cuerpos, con cambios en el sistema energético del cuerpo. Esto significa que estos problemas simplemente no pueden explicarse por las respuestas normales al ejercicio, la falta de preparación física o no moverse lo suficiente. Esto puede ayudar a explicar por qué tantas personas que viven con COVID Persistente que han tratado de mantenerse activas y hacer ejercicio no solo han logrado recuperarse o mejorar con el tiempo, sino que empeoraron por el ejercicio.

Extraer lecciones de la EM/SFC y centrarse en lo que es la rehabilitación segura sigue siendo muy importante. El empeoramiento de los síntomas tras el esfuerzo es un síntoma crítico que puede evitar que las personas se muevan más, se mantengan activas y participen activamente en los roles de su  vida cotidiana. Este síntoma es clave para determinar quién no se beneficiará del ejercicio terapéutico. La Organización Mundial de la Salud recomienda evitar los ejercicios terapéuticos en personas con agravamiento de los síntomas después del esfuerzo, lo que refleja las pautas NICE al recomendar que a las personas con EM/SFC no se les debe ofrecer ningún programa basado en teorías de descondicionamiento o de evitación del ejercicio, incluida la terapia de ejercicio graduado. 

Esta es la razón por la que muchas directrices de rehabilitación del COVID Persistente recomiendan el control del ritmo para equilibrar las actividades con el descanso, y dejan claro que cualquier enfoque de la actividad física o el ejercicio debe guiarse por la presencia y la gravedad de los síntomas, teniendo en cuenta los niveles de energía disponibles y la variabilidad de los síntomas que pueden fluctuar subiendo y bajando en intensidad. 

Prescribir patrones de aumento gradual constante de la actividad física o el ejercicio sin tener en cuenta estas consideraciones demuestra una falta de comprensión o experiencia en la aplicación de los principios de prescripción de ejercicio, entrenamiento y diseño de programas para cualquier población, tanto sana como enferma. La terapia de ejercicio graduado no es ni atención personalizada ni centrada en la persona. Del mismo modo, la rehabilitación segura no significa evitar toda actividad o no moverse.

 

Es posible que aún no tengamos respuestas sobre las causas del COVID Persistente o qué personas con COVID Persistente mejoran o empeoran con el ejercicio. Pero sabemos por millones de personas en todo el mundo que comparten sus vivencias que el ejercicio y la superación de los síntomas han empeorado su discapacidad por COVID Persistente. 

Las personas con COVID Persistente quieren sentirse mejor, realizar actividades diarias y vivir una vida plena. Si las personas con COVID Persistente pudieran moverse más, lo harían, y rara vez necesitan que los profesionales sanitarios les animen a moverse un poco más, porque probablemente ya lo han intentado y han sufrido contratiempos o las consecuencias de esos intentos. 

Si no hemos resuelto el COVID Persistente con los enfoques habituales de recuperación, no la vamos a curar con las mismas ideas. La innovación y los nuevos enfoques pueden, y deben, producirse en colaboración con personas que viven con COVID Persistente para avanzar juntos. 

Esperamos que la investigación pueda ayudarnos a comprender mejor qué causa el COVID Persistente para proporcionar tratamientos que reduzcan los síntomas y mejoren el rendimiento. Hasta que dispongamos de tratamientos seguros y eficaces, no podemos marginar a personas con empeoramiento de síntomas tras el esfuerzo fomentando el ejercicio. Podemos evitar el daño. 

Como todos los medicamentos, los tratamientos deben ser individualizados, seguros y eficaces. Si el ejercicio se considera un medicamento, entonces todos los que lo prescriben también deben entender cuándo es seguro, cuáles son los riesgos, cuál es una dosis efectiva y cuándo está contraindicado. Un mensaje claro de muchos enfermos de COVID Persistente es que el ejercicio no es el medicamento adecuado. 

Este es el final de la serie de vídeos sobre el COVID Persistente.

Gracias por acompañarnos.

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